Los patines

 

Muchos chavales soñamos con tener unos patines como los que vemos en la foto. Muy sencillos. Pero por múltiples circunstancias (la más común, fácil de imaginar) no siempre se podía cumplir tal deseo. Y es que como escribió Jacinto Benavente, "en la vida, la mayor parte de los sueños se roncan". Los patines propiciaban a menudo culazos y moratones, pero resultaban divertidos. En otros tiempos, sí, era un entretenimiento infantil callejear sobre ruedas.

Aquella muñeca

 

Esta imagen fue antaño muy habitual en numerosos hogares españoles. Encima del televisor se colocaba, sí, a modo de adorno, una muñeca flamenca. Con los aparatos de ahora, tan estrechos, no es posible hacerlo. He aquí una curiosa costumbre que, como muchas más, forma parte de lo que el tiempo se llevó. Conste en acta, pues, la existencia de aquella popular muñeca con traje de faralaes, mantilla, peineta y abanico, como protagonista del tele/ayer doméstico.

El transistor

 

La aparición del transistor (en la foto, uno con funda de bandolera) supuso un considerable avance/éxito para la radio. Era un aparato más manejable, transportable, etc., que los que existían en los domicilios. Y cuando aún redujo más su tamaño, llegó a formar parte del paisaje urbano. Por citar un ejemplo significativo, con los numerosos ciudadanos que, llevándolo pegado a una oreja, lo utilizaban cada domingo para escuchar en la calle los resultados futboleros...   

Aquellas pinturas

 

Hay imágenes que al ser contempladas trasladan a una época de la vida tan concreta como añorada. Esta foto, por ejemplo, sitúa de inmediato en el tiempo del cole. O sea, de la infancia. Las populares pinturas de la marca "Alpino" formaban parte del material que los niños llevábamos cada día a clase. Con ellas llenamos de color muchos de nuestros sencillos dibujos sobre todo tipo de temas. Emociona de verdad evocar aquellos años, pues son una inagotable catarata de recuerdos entrañables. He aquí uno.  

Una película de éxito

 

Este es el anverso del programa de mano que se repartía por las calles, de una película española que obtuvo gran éxito: "Historias de la radio". ¿Año de su estreno? 1955. José Luis Sáenz de Heredia la dirigió muy bien. Todos sus intérpretes están de diez. Incluso mi colega Bobby Deglané, maestro del micro radiofónico, a quien vemos magníficamente caricaturizado en el cartel por el genial dibujante "Jano".  

El coche "teledirigido"

 

Como  regalo de Reyes, santo o cumpleaños, un coche "teledirigido" garantizaba antaño el éxito en la elección a quien lo hacía. Resultaba una gozada para cualquier chaval manejarlo. Aquellos automóviles tenían cable, caja de pilas y un pequeño volante. Se guiaban perfectamente y corrían tanto hacia delante como hacia atrás. Eran, en suma, una maravilla de la industria juguetera. En esta foto vemos un ejemplo. Y de modelo real, muy popular en su día: el "Tiburón". ¡Qué juguetes y qué años! Irrepetibles, inolvidables.

La "perilla"

 

Los interruptores de la luz son ahora muy estéticos, pero en esta materia existió también el ayer. He aquí un ejemplo gráfico: la popular "perilla", que solía colgar del cabecero de la cama. Muchos la vimos y utilizamos en las casas de nuestros abuelos y algunos también en la propia. Inolvidable "perilla", cuya denominación, considerando la forma que tiene, es obvio de dónde procede. Pequeño-gran invento, sin duda, para no tener que levantarse del colchón cuando se quería apagar la bombilla que iluminaba la habitación o para encenderla. Hoy, objeto vintage.  

 

 

"Rin-Tin-Tin" y el cabo Rusty

 

Ciertos personajes de la infancia son eternos. Ejemplo: "Rin-Tin-Tin" y su jefe. Niños y adultos de la época disfrutamos a tope con las aventuras de aquel inteligente perro y su amigo humano, el también famoso cabo Rusty (Lee Aaker). Les vimos en la tele, en el cine, en álbumes de cromos (en la imagen adjunta, portada de uno), en libros ilustrados, en tebeos, en juguetes de plástico, etc. Maravillosa infancia y maravillosos "Rin-Tin-Tin" y el cabo Rusty, héroes al servicio de la justicia. ¡Qué grandes! ¡Qué añorados!

El refresco "Mirinda"

 

Los niños que hoy peinamos canas bebimos mucha "Mirinda", refresco antaño muy popular en España. Beber una "Mirinda" significaba disfrutar: de naranja (foto) o limón era sinónimo de placer. Las "Generaciones Mirinda" miramos con añoranza al pasado. El recuerdo de refrescos tan populares como éste (en su mejor época, quizá en nuestro país el más consumido del sector) contribuye a que así ocurra. "La Mirinda" (de tal modo llamada en el lenguaje coloquial) resulta inolvidable. Es, sin duda, otra caricia para la memoria. 

Aquel fuerte

 

Con un fuerte como este de "Comansi" que nos muestra la foto jugamos muchos niños en tiempos lejanos. Organizábamos su asedio por los indios y su defensa por los soldados federales en alianza con los vaqueros. El far-west estaba así en casa. Y con él, la imaginación (tan añorada hoy en los juegos infantiles al ser sustituída por la tecnología). Ayer, sencillo e inolvidable ayer.

El cenicero "mecanizado"

 

Determinados objetos trasladan rápido al pasado. Este cenicero de la foto es un ejemplo. Se encontraba en la mesa del salón en muchas casas españolas. ¿Cómo funcionaba? Una vez depositada en él la ceniza o aplastada/apagada la colilla, se presionaba en el mango/botón, bajaba girando la superficie y la ceniza, la colilla o ambas a la vez caían dentro. Después, gracias a un invisible muelle, volvía automáticamente a su posición inicial. Lo que no invente el homo sapiens... Conste en acta que el cenicero "mecanizado" fue en su momento algo tan moderno como novedoso. Por ello, se hizo muy popular.

Un exitoso semanario

 

Fue "El Caso" una publicación semanal de gran éxito en ventas. Muy popular. Por comprarlo mi abuela materna, de chaval lo veía a menudo en su casa. Narraba los sucesos de la entonces denominada España negra. Todos espeluznantes, horrorosos. Una de sus mejores periodistas era mi colega madrileña Margaría Landi, que fumaba en pipa, redactaba muy bien y cuidaba a la perfección su imagen pública cuando viajaba en automóvil de crimen en crimen. Inolvidable Margarita e inolvidable "El Caso" de aquellos tiempos, referente de la prensa especializada.

El radio-cassette

 

He aquí un radio-cassette, otro invento maravilloso de lejanos tiempos. Permitía grabar de la radio los discos que se emitían en los programas musicales, reproducir cintas con las canciones de nuestros cantantes y grupos favoritos, escuchar con calidad las emisoras radiofónicas, etc. El radio-cassette es ya materia vintage, pero para muchas personas, entre las que me encuentro, siempre será un aparato inolvidable.

"Encadenados"

 

Año 1946. "Encadenados" fue el título elegido en España para denominar la película "Notorius!" del genial Alfred Hitchcock. Este que vemos en la imagen adjunta es uno de los carteles originales de tan afamado film, que tiene un magnífico guión, una magnífica dirección, una magnífica interpretación y una magnífica puesta en escena. "Encadenados" ("Notorius!") constituye un paradigma de obra maestra del cine. Es puro y eterno arte de la gran pantalla.

El proyector de diapositivas

 

Este aparato fue en su día el no va más de la modernidad. El proyector de diapositivas permitía ver fotos a gran tamaño en una pantalla que se instalaba ad hoc. Hoy, eso se consigue con un simple ordenador portátil enchufado a la pantalla fija de cualquier recinto. Ya no hace falta, pues, llevar de casa un proyector para impartir una conferencia, ni tampoco su correspondiente pantalla portátil. He aquí otro objeto que debido a los avances tecnológicos es materia vintage. Como las antaño populares diapositivas, permanece guardado desde hace lustros en el gigantesco almacén de lo que el tiempo se llevó. 

Cuando comíamos juntos

 

Debido a múltiples circunstancias, por desgracia hoy ya no es así. Pero en otros tiempos, todos los integrantes de la familia comíamos juntos. La foto adjunta es buen ejemplo de ello. Muchos recordamos esa escena diaria. Por supuesto, comíamos lo mismo. O sea, lo que había. ¡Y contentos, claro! Cualquier guiso o frito sabía a gloria. No en vano solía decirse: "Cuando hay hambre no hay pan duro". Qué distintos aquellos años, en cualquier aspecto, a los actuales. Compárense. Para reflexionar.

"¡Da unas ganas de comerrrr...!"

 

Porque al parecer obraba el prodigio de abrir el apetito, a bastantes críos nuestras madres nos hicieron beber kina. Había unas cuantas marcas en el mercado: San Clemente, Santa Catalina, etc. En la primera citada (imagen adjunta), su mascota era "Kinito", que llegaba a casa como muñequito si se remitían por carta a la empresa fabricante seis cápsulas. No estaba nada mal, pues, para la clientela infantil el asunto de la dichosa kina. Por cierto. Anunciaba "Kinito" la de San Clemente destacando en el spot que emitía TVE: "¡Da unas ganas de comerrrr...!" Existió el ayer.

Aquella cartera

 

Tiempos de la peseta. Muchos tuvimos una cartera como esta de la foto. Y más o menos con la misma cantidad de dinero cada día, pues nunca estaba la cosa para demasiadas alegrías económicas. Consecuencia: siempre sobraba sitio en ella. Donde vemos la pestaña se metían los billetes, que para la mayoría de la población solían ser igual de escasos que las monedas. Cerrada, la metíamos en uno de los bolsillos del pantalón. Hay cosas inolvidables...

Aquellas inyecciones

 

Son incomparables las inyecciones de ahora con las de antaño. Viendo, por ejemplo, cómo eran las jeringuillas (la foto adjunta es elocuente) no resulta extraño que tantos españoles aún le tengamos algo de miedo a tan eficaz medio para recuperar la salud. Impresionaban muchísimo. Y cuando te las clavaban... dolían de verdad. Además, se introducía bastante líquido/medicamento. Vamos, que las inyecciones ¡parecían interminables! Nada que ver con las actuales: jeringuillas pequeñas y desechables, mini-aguja, daño casi imperceptible y mínima dosis. Salta a la vista que no siempre cualquier tiempo pasado fue mejor.

El fraile del tiempo

 

Os muestro, amigos del blog, un sistema excelente para el pronóstico del clima, algo que nos interesa a todos. El popular fraile del tiempo siempre acierta a la hora de señalar el que tenemos y al intuir el que tendremos. Cómo funciona es en el fondo un sencillo misterio, pero ocurre con él lo mismo que con los trucos de magia: lo mejor es no saber cómo se hacen, sino disfrutar con el efecto que crean. Doy fe del éxito de tan antiguo invento, cuya adquisición aconsejo. Mi fraile nunca falla.

El afeitado doméstico

 

El afeitado doméstico masculino fue en otros tiempos muy distinto al actual. Para realizarlo se empleaba una maquinilla metálica cuyas hojas "Gillette", "Iberia", etc., había que reponer cuando ya cortaban poco la barba (no existían las maquinillas desechables de plástico), una barrita de jabón blanco y una pequeña brocha con la que se extendía su espuma por la cara. En lógica consecuencia, a veces era inevitable sufrir pequeños tajazos en la piel. Montaje, está claro, incomparable con el de ahora, pues disponemos para tal fin de sofisticados aparatos eléctricos con numerosas opciones. El evocador dibujo adjunto nos sitúa en el inolvidable ayer de la cuestión. 

El "sidecar"

 

En el siglo pasado, el "sidecar" constituyó una gran novedad en las carreteras. No había muchas unidades en España. Por ello, cada vez que aparecía una sobre el asfalto los ciudadanos volvíamos la cabeza para contemplarla. Igual que tantas motos, coches, autobuses, camiones, etc., aquel invento forma parte, salvo excepciones que conservan los coleccionistas, de lo que el tiempo se llevó. Es evidente que los medios de antaño para viajar tuvieron su encanto. He aquí un ejemplo.

Aquellas planchas

 

Otra de las cosas que han cambiado muchísimo con el paso de los años  son las planchas. En otros tiempos eran, por ejemplo, como esta de la foto, que se calentaba sobre una superficie sometida al fuego. Compárese con cualquiera de las actuales, tan modernas y sofisticadas ellas, paradigmas de virguerías técnicas y diseño futurista. Pues con planchas así (o sea, nada mecanizadas) tuvieron que planchar la ropa nuestros antepasados. Y la llevaban en perfecto estado de revista. 

El afilador

 

Entre los oficios de los que ya quedan muy pocos profesionales destaca el de afilador, especialista que afilaba cuchillos, tijeras, arreglaba paraguas, etc. Iba por los barrios con su rueda -después bicicleta, como vemos en esta foto- y realizaba a precio módico una labor de gran utilidad. En cuanto escuchaban desde sus casas un "chiflo", los vecinos ya sabían que se encontraba en la calle dispuesto a servirles. Su imagen hoy es una estampa del ayer más inolvidable y entrañable. 

"Los grandes inventos de TBO"

Los "grandes inventos" de la popular revista infantil "TBO" eran magníficos. Ayudaban al ser humano a mejorar su calidad de vida. Lo conseguían mediante ideas sencillas, muy bien explicadas por extraordinarios dibujantes. La imagen adjunta nos muestra un ejemplo para ahorrar dinero (pulsándola, se amplía). Su autor, el afamado Profesor Franz de Copenhague, fue un auténtico genio. ¡Qué capacidad demostró a la hora de encontrar soluciones eficaces para los problemas cotidianos! Admirable y envidiable. Se le añora.

 

Aquellas pulseras

 

Ahora las llaman "Scooby Doo", pero no recuerdo que cuando muchos las conocimos tuvieran nombre. Aquellas pulseras de colores no estaban hechas: cada cual debía crearlas. Las largas tiras de plástico se vendían en los kioskos de chucherías. Eran baratas. Había quien dominaba el trenzado, consiguiendo que le quedaran de nota "sobresaliente", y quien no pasaba de la chapuza en todos los intentos. Con este tipo de cosucas tan sencillas nos entretuvimos antaño las chavalas y los chavales.

El "comediscos"

 

Era el "comediscos" un tocadiscos portátil que se llevaba en bandolera. Metías en él los singles y disfrutabas de la música donde te apeteciera, ya que tenía un altavoz incorporado. Constituyó a finales de los sesenta una novedad muy sorprendente del sector. Su fama traspasó fronteras. ¡Qué invento! La denominación "comediscos" le quedaba perfecta. Se demuestra con la imagen adjunta. El disco que vemos en ella se introducía hasta el fondo y ¡a sonar! Un resorte lo expulsaba cuando quien ejercía de discjockey deseaba meter otro. Existió el ayer.

El "fotomatón"

 

Hoy es fácil hacer una foto y tenerla de inmediato revelada o impresa, pero antaño no. Para las del carnet de conducir, DNI, etc., una de las opciones que existían era el "fotomatón". O sea, aquellas cabinas callejeras (ejemplo, imagen adjunta) en las que entrabas, corrías la cortina, girabas el asiento hasta dejarlo a la altura idónea, metías la moneda, apretabas el botón, mirabas a la cámara, surgía el flashazo y pronto disponías de varias copias. A menudo, por cierto, saliendo en ellas con una cara en la que sólo faltaba debajo el famoso "Wanted" de las películas del Oeste. Muchos utilizamos el popular "fotomatón". Muchos. 

Las tarjetas románticas

 

Cuando no existían los móviles ni los ordenadores y pocas personas disponían de teléfono, las parejas de novios que no residían en la misma ciudad se enviaban tarjetas postales. Unas tarjetas (como la que vemos en esta imagen, de la excelente web española Todocolección) que tenían en su anverso una foto romántica protagonizada por modelos y un texto poético. Se escribía en el reverso, se les ponía un sello y... al buzón de Correos. ¡Ah!, qué inventos, costumbres y tiempos tan inolvidables.