Ahora las llaman "Scooby Doo", pero no recuerdo que cuando muchos las conocimos tuvieran nombre. Aquellas pulseras de colores no estaban hechas: cada cual debía crearlas. Las largas tiras de plástico se vendían en los kioskos de chucherías. Eran baratas. Había quien dominaba el trenzado, consiguiendo que le quedaran de nota "sobresaliente", y quien no pasaba de la chapuza en todos los intentos. Con este tipo de cosucas tan sencillas nos entretuvimos antaño las chavalas y los chavales.
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