Cambiar la cinta de la máquina de escribir, que tantos utilizamos durante tantos años, era poco agradable. Para los menos hábiles en el proceso, implicaba pringarse los dedos. ¡Qué tiempos, qué cosas! Lo del ordenador y su impresora, feliz presente, es una auténtica maravilla (cambiar sus cartuchos de tinta resulta muy sencillo). Ayer y hoy. De todos modos, dejando a un lado lo de sustituir la cinta, hay que reconocer que la máquina de escribir tenía su encanto. ¡Fue un invento importantísimo!