Determinados objetos nos trasladan al ayer y emocionan porque los asociamos a personas que ya no están entre nosotros, a circunstancias especiales, etc. He aquí un ejemplo: el molinillo de café. Con él viajo a los maravillosos años de la infancia, a cuando mi abuela materna me dejaba meter los granos de café para darle después a la manivela y molerlos... Estoy seguro de que usted, estimado lector, también recuerda este invento. ¡Qué tiempos!
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