Quienes vivimos en la lejana era de escribir a máquina sabemos muy bien hasta qué punto el popular "Tipp-ex" fue un invento genial. Posibilitó la corrección de la letra, palabra o frase que se quería modificar, y con precisión casi quirúrgica gracias a su pincelito. Tras ser aplicado, el líquido secaba pronto y se continuaba escribiendo... encima del blanco blanquísimo. ¡Pura magia! Maravilla entre las maravillas. Inolvidable.
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