Sólo les une el hecho de que, como se dice coloquialmente, dan la hora. Por lo demás, resultan incomparables los relojes de hogaño con los de antaño. Para empezar, estéticamente. Pero conste en acta que los de otros tiempos tenían un encanto del que carecen la mayoría de los actuales. Queda claro contemplando esta foto, buen ejemplo. Ah, qué relojes aquellos, de cuando la vida transcurría bastante menos deprisa que hoy...
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