Estos ciclistas de la foto eran pequeños y estaban pintados a mano. Los tuve. Son otro entrañable recuerdo de tiempos que no volverán; de tiempos en los que los chavales nos entreteníamos con juguetes, salta a la vista, muy sencillos. Muchos, de kiosko. O sea, baratos. Pero juguetes con los que activábamos a fondo la imaginación y lo pasábamos pipa.
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