En los tiempos de la tele en blanco y negro había un afán colectivo: poder contemplar en color los programas y las pelis. Pero como el color todavía no había llegado a España, alguien muy sagaz inventó un "sucedáneo". Era una lámina de plástico flexible, con franjas en tres tonos, que muchos adquirieron para, colocándola delante de la pantalla, hacerse a la idea de que podían ver en color las emisiones (la imagen adjunta muestra cómo funcionaba la cosa). Está claro: de ilusión también se vive.
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