Con el juego de las "canicas" (de barro o cristal) y de los "canicones" (de acero y más grandes) lo pasamos pipa los chavales en otros tiempos. Nos entreteníamos con inventos así de sencillos y baratos. Y siempre en la calle, donde podíamos estar sin peligro. He aquí otro destacado ejemplo que demuestra por qué el ayer es inolvidable.
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