Los tebeos -hoy se les llama cómics- de nuestra infancia crearon un mundo ideal: los buenos ganaban siempre a los malos y todos éramos felices y comíamos perdices. Un mundo, pues, de poco parecido con la realidad. Por eso, y porque estaban muy bien guionizados y muy bien dibujados, resultaban y siguen resultando fascinantes. "El Guerrero del Antifaz" fue otro de sus inolvidables protagonistas. ¡Qué héroe de papel!
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