La cinta de la máquina de escribir había que cambiarla cuando se gastaba, y el proceso no resultaba sencillo. Tenía su cosa. Además, siempre te pringabas los dedos. Muchos la cambiamos bastantes veces. Podemos dar fe, pues, de ello. Existió el ayer, sí. Qué fácil es todo ahora con el ordenador y la impresora, qué fácil...
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