De niños imitamos siempre a los mayores. Por ello, antaño solíamos comprar en los kioskos de chucherías... un reloj. Era de plástico. No funcionaba como los de verdad, pero nos hacía ilusión tenerlo y poder mirar de vez en cuando la hora. He aquí un ejemplo gráfico de reloj femenino. Ayer, inolvidable ayer. ¡Bendita inocencia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario