Son inolvidables los años del cole. Sí, aquellos en los que escribíamos gracias al pizarrín, la tinta Pelikan y el plumín. Detalle al respecto: los pupitres tenían un agujerito para meter el frasco y una hendidura longitudinal para colocar el plumín. Eran tiempos de "secante", borrones y lío cada vez que -¡oh, mala suerte!- se caía el tintero. Si se caía y no tenía puesta la tapa...
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