Algunos profesionales son sinónimo de su oficio. Audrey Hepburn lo fue de actriz. Cualquier película que contara con su presencia tenía un atractivo irresistible. Era una intérprete carismática y de inconfundible personalidad. Forjó un currículum cuajado de éxitos, logrando el más anhelado: el aprecio del público. Triunfos y premios aparte, su vida constituyó una montaña rusa de sensaciones. Y la huella final que dejó, un paradigma de ejemplares acciones humanitarias. No puede haberla, pues, mejor. Por tantos motivos, siempre será recordada con admiración, respeto y cariño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario