A diferencia de los ingenios electrónicos con los que muchos se entretienen hoy, bastantes niños de antaño lo pasábamos pipa en la calle jugando, por ejemplo, a la peonza. Metíamos la cuerda por el agujerito de la moneda de dos reales, creando así un tope, la enrollábamos en la peonza y... Por cierto. Lanzarla bien requería pericia, como bailarla en la palma de la mano. Determinados pasajes del ayer permanecen muy vivos en la memoria.
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