Casi todos los que peinamos canas hemos llamado alguna vez a alguien por teléfono desde una cabina como la que nos muestra la foto adjunta. ¡Qué remedio! Ya nos hubiera gustado tener entonces un móvil, ya... Con frecuencia había que hacer cola para entrar en el estrecho habitáculo e introducir en su aparato las monedas que posibilitaban la comunicación con otro ser humano. Como tantas y tantas cosas en su día importantes, las cabinas callejeras forman parte de lo que el tiempo se llevó.
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