Quienes peinamos canas sabemos bien de qué iba el asunto de esta foto. Cuando de críos teníamos algún percance callejero derivado de nuestra intensa actividad social, era el remedio que nos aplicaba mamá en casa. Su huella en la piel resultaba notoria. Primero, roja; después, amarillenta. Duraba muchos días. He aquí un remedio tan popular como inolvidable: la "Mercromina". Garantía de curación del problema. Mano de santo.
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